Entrevista a José Antonio De Cote Mesa

José Antonio De Cote Mesa es antiguo alumno de Altair y responsable actualmente del área de biología molecular de iQBiotec

José Antonio de Cote Mesa presentando la llave de oro del condado de Miami a Javier Delgado, director de Altair (Archivo histórico de Altair).

Apareció en Altair este pasado verano con una llave, y no era precisamente la de su casa. José Antonio De Cote acababa de recibir la Llave del Condado de Miami (EE.UU.) -y la Aprobación Visa O-1A por su excelencia profesional en la ciudad- y pensó en su colegio como el mejor sitio para exponerla. Una demostración más del cariño que profesa por un centro en el que estudió la rama de FP de Química Agroalimentaria y COU. No había finalizado aún el ámbito académico cuando, gracias a una beca de la Consejería de Agricultura y Pesca, comenzó a trabajar en el departamento de calidad de COVAP. De ahí en adelante ha participado en diferentes proyectos empresariales de manera ininterrumpida en firmas como Destilaciones Bordas Chinchurreta, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, AGQ o el propio Altair. De manera paralela, ha desarrollado también una faceta docente que le llevó a ser responsable del plan de formación continua para técnicos del departamento de calidad de Cruzcampo. Hoy en día dirige el departamento de biología molecular de iQBiotech, perteneciente a iQEngineering Group.

José Antonio, antes de nada, nuestra más sincera enhorabuena. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en EE.UU.?

Llegué en octubre de 2014 con el fin de lanzar una startup del sector biotecnológico dentro de unos de los centros de investigación e incubación de empresas de la Universidad de Miami. En breve completaré dos años desde que cerré las puertas de mi casa en Sevilla para sacar adelante un proyecto familiar y profesional.

¿Podría explicarnos en qué consiste su profesión?

Actualmente tengo diferentes focos profesionales abiertos. Gracias a mi experiencia desarrollo servicios de biología molecular para los sectores veterinario, agroalimentario y humano que acompaño con el registro de insumos agrícolas para uso en agricultura convencional y orgánica en EE.UU. y Latinoamérica, dentro del holding americano iQ Engineering Group.

Por otro lado, con dos buenos amigos formados en la Universidad de Navarra, hemos lanzado una startup donde se combinan procesos de células madre con el diseño, desarrollo y fabricación de dispositivos médicos, utilizando tecnología de impresión 3D en investigación y ensayos clínicos de medicina regenerativa.

Para finalizar, en las maletas que me acompañaban en mi viaje a EE.UU. introduje un objetivo: llevar la primera escuela de negocio de Andalucía, San Telmo, a un mercado tan competitivo en la formación de alta dirección y directivos, utilizando Miami como HUB (punto de encuentro para los emprendedores). El pasado mes de abril se hizo realidad con la primera actividad docente por parte de la institución, haciendo llegar su programa académico a más de 60 altos ejecutivos de empresas del sector agroalimentario.

¿Qué ha supuesto para usted la entrega de la Llave y la concesión de la Visa O-1A por cualidades extraordinarias en Ciencia y Business?

Es un gran honor, un sueño que veía muy lejos. Hoy en día, la vida me ha dado la oportunidad de estar en EE.UU. haciendo lo que me gusta hacer, siendo reconocido por la trayectoria profesional de más de 20 años por un país que lidera el desarrollo tecnológico.

¿Que le aportó Altair para haber llegado tan lejos?

Con mi entorno profesional y de amistad siempre relato que el equipo humano que conforma Altair me aportó aquello que no puedes encontrar en Google: esfuerzo, perseverancia, humildad, paciencia, empatía, conciencia de uno mismo, confianza… Llegas a sus aulas como piedra sin forma y, tras multitud de martillazos, se obtiene una figura definida donde destaca el factor humano y la profesionalidad.

¿Cuáles fueron los profesores que más le marcaron? ¿Mantiene aún relación con alguno de ellos?

Fuera del staff académico, sin duda, José Antonio Tejada, que con el paso de los años se convirtió en un gran amigo. Dentro del staff, Juan Manuel Carnerero, Arturo Sánchez, Pepe García, Pepe Núñez, José Luis Rivera, Paco Guerra, Juan Manuel Escaño, Luis Vilches, Mariano Hernández-Barahona, Manuel Barrero, Paco Sánchez… Todos ellos pusieron su grano de arena para moldear mi actual perfil. Gracias a diferentes canales, sigo manteniendo con muchos de ellos el contacto y les voy informando de aspectos personales y profesionales.

¿Qué recuerdos tiene de Altair? ¿Alguna anécdota curiosa?

Muchísimos recuerdos, pero sobresalen todos aquellos relacionados con mis años de jugador en el equipo de fútbol del colegio, donde pude compartir muchas horas de entrenamiento y partidos con grandes amigos. A día de hoy todavía no me he quitado la camiseta…

Como anécdota, siempre recordaré las convivencias de estudio durante la Feria en la casa de Sanlúcar de Barrameda, que prestaba Luis Fernández Palacios. Allí se hizo famoso un grito que muchos, al leer estas líneas, recordarán: “¡¡¡Arrrbol!!! ¡¡¡Arrrbol!!! ¡¡¡Arrrbol!!!”.